Somos el pueblo originario de Tzawata. Luchamos por recuperar nuestro territorio ancestral, hoy en manos de una transnacional minera. No nos rendiremos, la tierra es nuestra vida, abajo la minería destructora!!!


martes, 30 de agosto de 2011

Visita al Padre Humberto Dorigatti

La Comunidad de Tzawata - Ila - Chukapi, visitamos al Padre Humberto Dorigatti párroco de la parroquia Talag, el Padre Humberto es el último de los Misioneros Josefinos que llegaron en la década de los 40 del siglo XX, a lo que hoy conocemos como la provincia del Napo. El propósito de nuestra visita fue poder reconstruir muestra historia y de nuestro territorio ancestral,  ya que el Padre fue uno de los pocos misioneros que realizaban misas y bautizos desde el Tena hasta el Puyo, en esos tiempos.

El Padre Humberto manifestó que cuando llegó a la Amazonía, las condiciones, eran muy adversa, puesto que la carencia de carreteras hacia de la movilización una actividad prolonga y llena de infortunios, en donde la abundante selva  imponía su presencia junto a ciertas agrupaciones de nativos, a quienes denomina el Padre como “indios”. Es muy claro en aseverar la existencia de una población de nativos en la  Hacienda de  Ila, Territorio que nos encontramos recuperando, este dato para nosotros es la constatación de la presencia de nuestros abuelos y abuelas, que fueron estos los que habitaron estas tierras.

Este período de dominación de la  Hacienda Ila empieza en 1906 con  Carlos Sevilla a la cabeza, varios textos y libros recogen este período histórico, en ese sentido el Padre Humberto expone algunos elementos que describen el funcionamiento de aquel sistema hacendatario, con el siguiente relato: “Carlos Sevilla era minero tenia grandes lavaderos de oro y mucha gente de la zona a la cual le hacia trabajar para él - ya que él era el patrón - manifiesta que el régimen del patronazgo era un sistema social que existía en ese momento  en cual se relacionaban los indígenas y el patrón, el patrón traía con sus indios a pie mercadería (vestido, ollas, machetes, escopetas, etc.) desde Ambato, que les daba a los indígenas y apuntaba en una libreta lo que les daba y los indios tenían que pagar con oro, y trabajo”. Así mismo dice que: “antiguamente en Ila yaku existía un señor de nombre Salvador que criaba bastante ganado como 1000 cabeza y mandaba a  vender por el Puyo a Baños o Ambato  un grupo de 50 cabezas de ganado con indios nativo de Ila yaku , pero se morían la mitad de las vacas, no había carretero y era muy difícil el recorrido en ese tiempo, recuerda que el señor Salvador se fue a Guayaquil y no regreso y el ganado se murió con la plaga de los chimbilacos (murcielagos) hace más de 60 años”




Mientras avanzaba el relato y la emoción por ir rearmando la historia el Padre nos da un nuevo elemento cuando acredita que: “antes en 1951 existían en la hacienda Ila unos tambos de un indio llamado Clemente en donde chimbaba (descansaba) para luego poder subir por la pica hasta las Palmas, Gavilanes, Yanamanaca, por ahí se andaba antes, por la margen derecha del río Anzu hasta el río Puyo y exclama: ¡los dos ríos bajan desde los Llanganatis páramos hasta ahora inhóspitos!”. Si precisamente se refiere al padre de uno de los abuelos que lleva el mismo nombre y que es una de las personas más respetadas en la actual lucha por la recuperación del territorio ancestral.

A partir de 1958 describe el proceso de lotización, que vivió esta zona específica de la Amazonía ecuatoriana, proceso que fue sostenido por el IERAC e impulsado por el gobierno de turno, que en aquel entonces fue el de Camilo Ponce Enriques mediante la vigencia de la declaratoria de “tierras baldías” que no fue otra cosa que el ANIQUILAMIENTO del manejo territorial de los pueblos amazónicos, pueblos que fueron invisibilisados para dar paso al ultraje de su herencia territorial y con esto el de toda su forma de vida. En su relato manifiesta que la colonia  Velasco Ibarra ocupó el margen derecho del Río Anzu desde Yandia actual Santa Clara a Tzarzayaku actual Arosemena Tola, todo este terreno estaba lotizado cada cual tenia alrededor de 25 ha,  estas tierras se les regalaba dice acentuando  por que supuestamente no había nadie para el gobierno. Mientras que al otro margen del río existían dos haciendas: la una era de colonos y la otra le pertenecía a un Padre Redentorista de apellido Flores, que se hizo adjudicar en este mismo año, las cabeceras del Río Anzu y del río Piatua y además todas sus laderas, hasta cerca de lo que hoy es Arosemena Tola, como era de esperarse frente a la extensión territorial que estaba en manos de aquel Padre Redentorista y del ganado que poseía, este requería de mano de obra, como bien ratifica el Padre Humberto cuando dice “que tenia abundante ganado y muchos indios que trabajaban para él.” Este segundo dato para nosotros es una constatación más de que fueron  nuestros abuelos quienes trabajaron como mano de obra en el sistema semi feudal y semi esclavista que marcaba la figura de la hacienda en aquel entonces, fueron ellos quienes enraizados en ese su territorio sufrieron las peores peripecias las formas más inhumanas de explotación.


Recuerda que en ese tiempo existían abundantes “tierras baldías” desde Mera hasta Puerto Napo, y que decían que no había nadie, el Padre Humberto en ese momento exclama: ¡ahora yo no se!  ¿Por qué decían eso que nadie vivían en esas tierras?, y se contesta diciendo - seguramente decían eso porque no existió ningún reclamo, ninguna denuncia, ante las autoridades - a partir de la interrogante que nos plantea el Padre  nos surgen nuevas interrogantes: ¿Cómo era en aquel entonces los niveles de represión, para qué sus dueños legítimos aparentemente no reclamen los que por milenios fue suyo?, ¿Cómo querían que alguien reclame ante las autoridades? si toda la población indígena era analfabeta y los nativos no eran considerados ciudadanos por el enorme racismo que existía en esos tiempos, estas entre otras interrogantes nos motivan a profundizar el estudio de una historia que todavía no ha sido contada desde sus principales protagonistas el pueblo.

Es muy importante resalta las reiteradas veces que el Padre Humberto hizo la siguiente aseveración con absoluta certeza: “los moradores originarios de esas tierras eran los indígenas del valle del Yandia (Santa Clara) y Tzartzayaku (Arosemena Tola), solo existían ellos y luego llegaron los patrones, yo doy fe de eso porque cuando yo iba a dar misa o a bautizar pasaba por esas tierras cuando bajaba desde Fátima, y esos registros de bautizo unos están aquí en la Parroquia de Talag y otros deben estar en la parroquia Teniente Hugo Ortiz en el Puyo”,  precisamente  los registros de bautismo de de nuestros familiares, tataras abuelos y abuelas se encuentran en la Parroquia de Talag a cago del Padre.

De esta manera agradecemos los elementos brindados por el Padre Humberto, puesto que estos, revitalizan y argumentan nuestra lucha por la recuperación de un territorio ancestral que nos fue despojado “con engaños y violencia”, como dicen nuestros abuelos, hace varios años atrás.



 !!! Las Tierras Robadas Serán Recuperadas ¡¡¡



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