Somos el pueblo originario de Tzawata. Luchamos por recuperar nuestro territorio ancestral, hoy en manos de una transnacional minera. No nos rendiremos, la tierra es nuestra vida, abajo la minería destructora!!!


martes, 18 de octubre de 2011


FLUYE EL  PETRÓLEO SANGRA LA TIERRA

La expansión de la frontera petrolera es hoy una amenaza para la vida los pueblos Amazónicos y el equilibrio ecológico de la Sacha Mama. El gobierno actual en su afán de sacar regalías para fortalecer su proyecto político reformista “socialismo del siglo XXI”, impulsa a través del aparato jurídico y la planificación estatal, un modelo extractivista que busca saquear los elementos de la naturaleza. Las fuentes de agua son mayormente perjudicadas con estas actividades extractivas, sin contar con la extinción de especies, tala indiscriminada de árboles y tráfico de madera, desertificación de suelos, enfermedad, delincuencia y muerte.
Un ejemplo de esto es el contexto de la  provincia de Sucumbíos que tiene los índices más altos de cáncer, Los niveles de inseguridad y violencia en esta provincia son indiscutibles y en manos no solo de los grupos paramilitares sino además de militares y policía. Las Fuerzas Armadas han suscrito diferentes convenios con las empresas petroleras para proveerles de seguridad colocándolas  al servicio de empresas, muchas veces transnacionales, y que reprimen con fuerza toda señal de denuncia o protesta de su propio pueblo, incluso colaborando para despojar de sus territorios a los poblados amazónicos que ponen alguna traba para continuar con la explotación de petróleo.
Como consecuencia de la actividad petrolera han desaparecido los  pueblos indígenas, Tetetes y Sansahuaris, dos pueblos de la nororiental provincia de Sucumbíos, que sufrieron el embate de las actividades de la petrolera estadounidense Texaco desde finales de  la década de los 60. En la Actualidad existen dos pueblos amenazados de extinción, los Sionas y Secoyas quienes tienen hoy solo 400 personas. 
 Esta realidad  nos llevó a realizar un recorrido  de observación llamado TOXITOUR los días 8 y 9 de octubre del 2011. El objetivo de este recorrido fue apreciar de cerca los impactos que la actividad petrolera en la provincia de Sucumbíos. Participamos 40 compañeros de la Comunidad Tzawata-Ila-Chukapi, con el acompañamiento de los compañeros de la Comuna Amazónica.

Nuestro recorrido empezó por la visita a lo que es un pozo reinyector de aguas de formación del campo Atacapi. El color del muñeco como le conocen al tubo que reinyecta es verde y los técnicos argumentan que a través de este regresan las aguas de formación de los yacimientos petroleros para no vertirlos sobre las fuentes de agua.

  
Sin embargo estas aguas son extremadamente corrosivas, provocan ruptura de las tuberías y contaminación de las aguas subterráneas que en Sucumbíos son hoy día  la única fuente de aguas saludables, ya que los ríos y quebradas en su mayoría están contaminados. Además apreciamos el mal manejo de las instalaciones, donde las  fugas de aguas de formación son fácilmente visibles.
   


Luego visitamos el campo Shushuki. Este campo explota en propiedad de campesinos quienes nos permitieron el ingreso a sus fincas para apreciar la contaminación a la que están expuestos. De entrada pudimos apreciar los canales que conectan con las quebradas por estos canales se vierten aguas de formación, especialmente en las noches cuando nadie puede fijarse. Un olor a químico en el ambiente nos corto la respiración, provenía de una fuga permanente de gas inhalar este gas tóxico produce mareo, nausea  y peligro constante de explosión al contacto con el fuego.








Después caminamos hacia las piscinas de desechos petroleros, en estas se recoge el petróleo derramado para intentar recuperarlo, sin embargo, están a cielo abierto y sin ningún cuidado. Luego nos dirigimos al Campo Secoya. Aquí encontramos varias piscinas donde se recogen aguas de formación y petróleo de los diferentes derrames. 


Es evidente la presencia de drenajes que sirven para evacuar las aguas de formación en las quebradas y esteros de la zona. Nos surge una duda: donde queda la famosa tecnología de reinyección?. Un dato curioso en este caso es el testimonio del guardia de seguridad de estas piscinas que accedió amablemente  a darnos paso para observar nos dice que el mismo ha sentido el impacto de la contaminación petrolera con la muerte de su esposa con cáncer y no duda que el también se encuentra enfermo pero argumenta que no tiene otra opción laboral.



Para finalizar visitamos el centro poblado de Pakayaku. Esta población es una de las más afectadas por la contaminación petrolera. El 100% de la población carecen de agua apta para el consumo humano. Se proveen del líquido vital a través de tranqueros y de agua embotellada. Gran cantidad de sus pobladores padecen cáncer, ya ha habido algunos muertos por esta causa. Han creado un comité de afectados para demandar a las autoridades  y que puedan responder a esta terrible realidad, sin embargo poco o nada han sido escuchadas sus demandas. Pero han logrado cerrar el pozo Carabobo 6 que esta en medio pueblo, y siguen en lucha para que no se vuelva ha abrir.


Para finalizar el día nos encaminamos al lugar de descanso donde nos reunimos para realizar un análisis crítico sobre lo observado durante el recorrido. En grupos de trabajo intercambiamos nuestras impresiones y reflexionamos posibles acciones frente la ingerencia de las compañías petroleras en nuestro territorio.


Así termina el día, con un amargo sabor y un profundo dolor e indignación pero también con una sólida decisión de decir mil veces !No al petróleo, Si a la Vida en nuestros territorios y toda la Amazonía!!

El día domingo visitamos el hogar de Doña Belia, quien tiene en su finca un trabajo de agroecológica y conservación del bosque. Ella nos contó sobre el proceso de recuperación de plantas y semillas que utilizaron nuestros abuelos. Muy amablemente nos dio la posibilidad de llevar semillas y de plántulas que ya no teníamos en nuestro territorio. 




Además nos preparó una deliciosa comida con productos orgánicos de la zona. Ella comentaba que su procedencia es lojana pero que su marido era kichwa y que de el había aprendido todo ese bagaje de conocimiento. Salimos a una caminata por el bosque para conocer  los hermosos de árboles sagrados que protegen ese pequeño y hermosos pedazo de tierra y regresamos para despedirnos de nuestra anfitriona y partir de regreso a nuestra comunidad.




Ahora sabemos que el petróleo destruye la vida. No queremos minería ni petróleo!  Queremos nuestra vida comunitaria donde el espíritu del Sacha Runa nos  guía con  cantos de la Sacha Mama.          


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